sábado, 6 de febrero de 2016

Separación.

Hay momentos en la vida en que relaciones terminan. Me refiero a cualquier tipo de relación. Y en raras ocasiones no harás nada por detenerlo. La mayoría de las veces lucharas y te aferrarás a la idea de que el sentimiento de que eso va a terminar es pasajero. Que podrás recuperar lo que te hace querer quedarte.
Simplemente no quieres que termine. Por conveniencia, por amor, cariño, recuerdos. Buenos recuerdos.
Y hay problemas, a veces lagrimas, noches de insomnio, enojos, molestias, tristezas, resignación, preocupación. Pero siempre vuelves. Siempre teniendo el sentimiento de que si esa relación termina será de tajo. Aún más doloroso. Así que decides estar bien. Decides complacer, estar disponible, quedarte aún y cuando todo a tu al rededor apunta a que debes alejarte.
El lazo es muy fuerte. No quieres romperlo, no aún. No después de todo lo vivido, de todas las risas, de todas las palabras, mensajes, cartas, sentimientos, convivencias, secretos compartidos. No después de dejarle tu alma al descubierto. No después de conocer cada seña de esa persona, cada gesto. No después de saber que esta sonriendo aunque no le estés viendo. No después de distinguir la tristeza o preocupación detrás de un saludo ¨alegre¨. No después de todo el consuelo que te ha otorgado, todas las horas invertidas en cosechar una buena relación. Mucho menos después de estar dispuesto/dispuesta a todo por esa persona. No después de que esa persona se ha convertido en un pilar angular en tu vida. El pilar que te sostiene.
Sabes que tienes que dejarle ir. No puedes. No quieres. A pesar de que lo intentas y fallas cada intento. Por que es más fuerte todo eso que les une. Así que aceptas dolorosamente y felizmente seguir cuidando de esa persona. Creyendo que seguirán unidos. Teniéndose en sus vidas por siempre.
Entonces te confías. La rutina se apodera de ustedes. Las obligaciones, los amigos, la familia, el ocio. Y esa persona comienza a desaparecer.
Quieres que este contigo como antes. Como siempre. No se puede. Y no por que no haya tiempo. Si eres realista te darás cuenta de que no se puede por que no se quiere.
Te das cuenta de que se esta cumpliendo tu necesidad de alejarte, de alejarle. Aún así tratas de estar bien. No te afecta como te afectaba hace unos años. Estás prácticamente bien. Con un ligero sentimiento de melancolía. Sientes que te quitaste un peso de encima, y también sientes un poco de tristeza.
Sabes que lo más triste es decir adiós así que no pronuncias esa palabra y te quedas ahí, observando como se aleja, sin hacer nada para detenerle. Atesorando cada momento.
-En este universo el ladrón y la princesa no se dijeron adiós.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Crecer

Después de cuatro años y medio por fin me he recibido de la Lic. en Enfermería (si, LICENCIATURA, no lo minimicen al decirme solamente ¨enfermera¨ que me ha costado obtener mi título).

¿Qué? ¿Qué si fue fácil? Pues, no fue tan complicado. Soportar enfermeras amargadas que en el camino han olvidado lo que es ayudar a las personas, los nervios de hacer un nuevo procedimiento, los tratos de inferioridad que algunos médicos nos dan (médicos, no doctores, a menos de que hayan hecho un DOCTORADO, no se equivoquen, los engrandecen mucho, y no que no sean mucho, todos somos mucho, pero muchos nuevos médicos que van saliendo de la carrera, se crecen mucho, muchos, incluso los que ya son mayores, son muy soberbios, incluso hay quienes dicen que ¨hablan el idioma de los Dioses¨, sí, lo sé, patrañas); los desvelos, las más de 12 horas fueras de mi hogar por las clases, las prácticas en el hospital, el trabajo... Si, no es muy sencillo. También hay cosas buenas.

Sacar un 100 en una materia o en un examen, que las enfermeras te feliciten por un procedimiento bien hecho, ver como un paciente se recupera, y lo mejor de todo, cuando el paciente y sus familiares te dan las gracias. Se me erizo la piel de solo pensarlo. Eso mis queridos pocos lectores, eso es lo mejor del mundo. El sentimiento de haber hecho algo bien, de saber que los has ayudado. Es lo mejor de toda la carrera.

Estoy muy feliz por haber elegido mi profesión, a veces me considero una persona que piensa solamente en sí misma por haber elegido enfermería, la elegí por que siento una gran satisfacción al ayudar. No solamente por ayudar, me explico? es por la satisfacción por ayudar. Pero no importa, es una buena relación enfermera-paciente, yo los ayudaré a recuperarse y ellos me ayudarán a sentirme bien conmigo misma por ayudar. Pero bueno, va más allá de eso. Las personas que caen en un hospital llegan a sentirse solas, temerosas, nerviosas, estresadas, ansiosas, tristes... y contribuir a disminuir o desaparecer esos sentimientos de angustia, es muy hermoso, incluso crear vínculos con los pacientes. No tengo palabras para describirlo. Amo lo que hago, tal vez no sea la más inteligente y no me sepa la larguísima lista de medicamentos y para que son, pero estoy dispuesta a dar lo mejor de mí para ayudar, para aprender y para siempre hacer lo correcto. Aceptar mis errores, corregirlos si se puede, y aprender más y más para seguir ayudando.

¿Y saben qué es genial? Que lo haré toda mi vida.

Si trabajas en algo que amas para vivir, en realidad no estás trabajando.

sábado, 7 de febrero de 2015

Voces en mi habitación

Llevaba varios días despertando alrededor de las 3 de la madrugada... No sé si lo sepan, pero las personas dicen que esa hora es ¨la hora de los muertos¨. Algunos lo definen diciendo que es la hora en que la linea que separa este mundo del otro se hace más delgada, otros dicen que es la hora de las brujas o que el diablo está más al acecho.

Yo creo en todo ese tipo de cosas, nunca me ha sucedido nada realmente alarmante, solamente los típicos ruidos que de pronto escuchas pero que tienen una explicación lógica. O esos momentos en los que ves por el rabillo del ojo que alguien pasa o se mueve, y que al voltear no hay nada ni nadie. Es completamente imposible que algo se mueva si nadie está ejerciendo una fuerza sobre un objeto, o que alguien pase cerca si estás solo en casa, no?

Durante los últimos meses me he estado quedando dormida al teléfono, conversando con mi mejor amigo, quien vive a cientos y cientos de kilómetros lejos de mí. Esa noche no era la excepción. No recuerdo de que habíamos platicado esa noche, lo que si sé, es que en el último año no han pasado cosas realmente gratas de contar, y había estado de un humor gris. Varios pensamientos tristes, de enojo y coraje rondaban por mi cabeza, sin armonía en casa, desilusión amorosa... 

Tengo la certeza de que la mala energía atrae mala energía. Que la mala vibra atrae cosas que no quieres que estén cerca de ti. 

Como dije, me quedé dormida, y de pronto 2:44 a.m. me desperté y la llamada seguía en curso, logre escuchar que él dormía al otro lado de la linea, vi a través de mi cabello mi obscura habitación, cobijada hasta el cuello, de espaldas a la pared. Todo igual que siempre, mi recamara, mi peinador, mi ropero (abierto, como siempre). Todo perceptible a la vista gracias a la poca luz de luna que se filtra por entre mis persianas. Era mi habitación, pero no se sentía como mi habitación, todo era igual que siempre pero a la vez tan diferente y desconocido. Comencé a sentir cierto nerviosismo, uno muy irracional, era mi habitación, joder! Y para arruinarlo aún más era la cuarta vez en la semana que me despertaba casi a esa hora muerta.

Trate de escuchar a través de mis audífonos su respiración, para no sentirme tan sola, pero a la vez tan observada, queriéndome esconder debajo de las cobijas, cerrando los ojos para ocultarme, pero sintiéndome más expuesto al hacerlo. Así que permanecí con los ojos abiertos, moviendo mi mirada de aquí para allá, tratando de encontrar a quien me mirase, deseando no encontrarlo. Yo sabía que había alguien ahí, pero no estaba.

Me dí cuenta de que eran solamente mis nervios, pero aún así me sentía temerosa, trate de dormir de nuevo. Realmente trataba de parecer dormida para que lo que fuera que me observaba desistiera de intimidarme y se desvaneciera. Cerré mis ojos, me coloque en posición fetal, aferre mi celular en mis manos, y de pronto ¨Denisse¨... La voz de un hombre, me sobre salte, me quede aún más quieta (si es que era posible estar más quieta). Agudicé mi oído, quizá era la voz del esposo de mi madre, tal vez era él a través del teléfono, antes de captar que decían mi nombre hasta pensé que era alguien en la casa de mi acompañante telefónico. Pero solamente estaba él. Cuando caí en cuenta de que algo o alguien decía mi nombre trate de parecer más dormida que la bella durmiente.

¨Ya sé que no estás dormida¨ Dios! lee mis pensamientos! Comencé a pensar en qué hacer, se me erizó la piel, me asusté aún más. Pensé en salir de la cama de un salto, bajar corriendo las escaleras y escabullirme en la cama de mi madre, no lo hice. Quise iniciar una conversación con el chico al teléfono, sería inútil, él no me escucharía, y yo no quería despertarlo.

Me quedé inmóvil, esperando a quedarme dormida, petrificada ante la idea de que alguien me acompañaba en mi habitación. 

viernes, 13 de diciembre de 2013

¿Qué pasa por la mente de un hombre al golpear a una mujer? Por más que lo pienso no llego a una explicación lógica... O no precisamente un hombre a una mujer, cualquier persona a otra, una madre a su hijo, un joven a otro joven. Pero golpear enserio, hasta llenarlo de moretones y hematomas, hacerlo o hacerla sangrar, romperle las costillas, dañando algún órgano interno.

Acaso ¿En ese momento las personas dejan de pensar y simplemente actúan como los animales que somos?

O esas personas, que golpean, torturan o matan tan solo por gusto, por que les causa satisfacción hacer sufrir a las personas.

Si que vivimos en un mundo retorcido.


jueves, 12 de diciembre de 2013

Despierto en la noche, hace frío, mucho. Me acerco a él, tratando de robar calor de su cuerpo. Mis pies están helados, los acerco a los suyos para calentarlos, en cuanto toco sus pies con los míos los retiro, quizá sea de las personas a las que le dan asco los pies, como a mí, pero curiosamente no pensé en que sus pies me dan asco cuando los acerque a los suyos. Tal vez a él le den asco o le molesten mis pies en los suyos. Quiero abrazarlo, extiendo mi brazo y... no hay nada, sólo espacio de cama vacía. 

Despierto [de verdad]. Caigo en cuenta de que estaba soñando con él, de nuevo. Me quedo dormida estando triste, deseando eliminar todo lo que se interpone de una vez por todas para poder juntar mis pies fríos con los suyos en el invierno.



viernes, 29 de noviembre de 2013

¨Tienes un pinchi carácter de la chingada¨ Son las palabras con las que me recibió un profesor ayer cuando fui por mi calificación final. En ese momento me dieron ganas de reírme pero no lo hice. Él es de esos profesores que son muy ´cariñosos´ con sus alumnas, la cuestión es que yo no permití ese trato, y a consecuencia estaba reprobada. Una discusión un tanto tediosa, en la que me acuso de que hice malas criticas de él al momento de evaluarlo [lo cual es una prueba de que es mentira que al momento de evaluar a los profesores es anónimo], yo me negué, le explique que no fue mi semestre y le dije, de dientes para afuera, que me disculpara si mi actitud le molesto en el semestre. 

Mi calificación al final quedo en un maravilloso 72.