Hay momentos en la vida en que relaciones terminan. Me refiero a cualquier tipo de relación. Y en raras ocasiones no harás nada por detenerlo. La mayoría de las veces lucharas y te aferrarás a la idea de que el sentimiento de que eso va a terminar es pasajero. Que podrás recuperar lo que te hace querer quedarte.
Simplemente no quieres que termine. Por conveniencia, por amor, cariño, recuerdos. Buenos recuerdos.
Y hay problemas, a veces lagrimas, noches de insomnio, enojos, molestias, tristezas, resignación, preocupación. Pero siempre vuelves. Siempre teniendo el sentimiento de que si esa relación termina será de tajo. Aún más doloroso. Así que decides estar bien. Decides complacer, estar disponible, quedarte aún y cuando todo a tu al rededor apunta a que debes alejarte.
El lazo es muy fuerte. No quieres romperlo, no aún. No después de todo lo vivido, de todas las risas, de todas las palabras, mensajes, cartas, sentimientos, convivencias, secretos compartidos. No después de dejarle tu alma al descubierto. No después de conocer cada seña de esa persona, cada gesto. No después de saber que esta sonriendo aunque no le estés viendo. No después de distinguir la tristeza o preocupación detrás de un saludo ¨alegre¨. No después de todo el consuelo que te ha otorgado, todas las horas invertidas en cosechar una buena relación. Mucho menos después de estar dispuesto/dispuesta a todo por esa persona. No después de que esa persona se ha convertido en un pilar angular en tu vida. El pilar que te sostiene.
Sabes que tienes que dejarle ir. No puedes. No quieres. A pesar de que lo intentas y fallas cada intento. Por que es más fuerte todo eso que les une. Así que aceptas dolorosamente y felizmente seguir cuidando de esa persona. Creyendo que seguirán unidos. Teniéndose en sus vidas por siempre.
Entonces te confías. La rutina se apodera de ustedes. Las obligaciones, los amigos, la familia, el ocio. Y esa persona comienza a desaparecer.
Quieres que este contigo como antes. Como siempre. No se puede. Y no por que no haya tiempo. Si eres realista te darás cuenta de que no se puede por que no se quiere.
Te das cuenta de que se esta cumpliendo tu necesidad de alejarte, de alejarle. Aún así tratas de estar bien. No te afecta como te afectaba hace unos años. Estás prácticamente bien. Con un ligero sentimiento de melancolía. Sientes que te quitaste un peso de encima, y también sientes un poco de tristeza.
Sabes que lo más triste es decir adiós así que no pronuncias esa palabra y te quedas ahí, observando como se aleja, sin hacer nada para detenerle. Atesorando cada momento.
-En este universo el ladrón y la princesa no se dijeron adiós.